Cómo educar a los hijos para que amen y sirvan a Dios: una guía para padres

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Cómo educar a los hijos para que amen y sirvan a Dios: una guía para padres

by | Aug 15, 2024 | Familia, Matrimonios | 0 comments

Como padres, todos tenemos esperanzas y sueños para nuestros hijos. Quizás deseemos que tengan una vida fácil, que se salven, que eviten las malas influencias o que tengan éxito académico y profesional. Sin embargo, existe un deseo más profundo que todo creyente debería tener: que su hijo tenga una relación sólida con Dios y que sea utilizado para sus propósitos.

Si bien no podemos obligar a nuestros hijos a amar a Dios, nuestras acciones y decisiones pueden influir significativamente en si llegan a amarlo o a rechazarlo. Exploremos cómo podemos educar a nuestros hijos para que amen a Dios y estén abiertos a su llamado en sus vidas.

1. Predica con el ejemplo: obedece la Palabra de Dios en tu vida

La historia de José y María ofrece un poderoso ejemplo de padres que obedecieron las instrucciones de Dios para su hijo. Cuando se les dijo que llamaran a su hijo Jesús, obedecieron sin dudarlo. Siguieron la ley de Moisés, que era la Escritura de su tiempo, al presentar a Jesús en el templo y hacer las ofrendas prescritas.

Esto nos plantea una pregunta importante como padres: ¿Estamos obedeciendo a Dios en nuestras propias vidas? Es una triste realidad que algunos padres quieren que sus hijos asistan a la iglesia y aprendan acerca de Dios, pero ellos mismos no están dispuestos a hacerlo. Recuerde, sus hijos observarán y seguirán su ejemplo mucho más de lo que escucharán sus palabras.

Si desea que sus hijos amen a Dios, debe participar activamente en la vida de la iglesia y buscar a Dios usted mismo. Sus acciones le dirán mucho a sus hijos sobre la importancia de la fe en la vida diaria.

2. Enseñe a sus hijos a obedecer a Dios

Además de dar un buen ejemplo, debemos instruir activamente a nuestros hijos en una vida piadosa. La Biblia ofrece abundante orientación sobre la crianza de los hijos, con más de 100 versículos que abordan el tema. ¿Se ha tomado el tiempo para estudiar lo que dicen las Escrituras sobre la crianza de los hijos?

Proverbios 22:6 aconseja: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. Esto implica tanto instrucción como disciplina. Muchos padres creen equivocadamente que son amables al no corregir a sus hijos, pero Proverbios 13:24 dice: “El que detiene la vara odia a su hijo, pero el que ama a su hijo lo disciplina con cuidado”.

La disciplina amorosa ayuda a los niños a entender que las acciones tienen consecuencias. Forma su carácter y los prepara para desenvolverse en el mundo de manera responsable. Como padres, debemos superar nuestra pereza o incomodidad con la confrontación para brindarles la guía que necesitan nuestros hijos.

¿Cómo debemos instruir a nuestros hijos?

a) Enséñeles la Biblia: Deuteronomio 6:7 nos anima a hablar de la palabra de Dios constantemente: en casa, mientras viajamos, al acostarnos y al despertarnos. Una base sólida en las Escrituras guiará su toma de decisiones.

b) Sea justo y coherente: Efesios 6:4 advierte: “Padres, no exasperéis a vuestros hijos; más bien, criadlos en disciplina e instrucción del Señor”. La disciplina debe ser justa y no estar impulsada por nuestra propia ira o frustración.

c) Prepararlos para el mundo: El Salmo 127:4 compara a los niños con “flechas en las manos de un guerrero”. Debemos equipar a nuestros hijos con habilidades prácticas (manejo de finanzas, elección de pareja, defensa de su fe) para que prosperen como adultos independientes.

3. Dediquen sus hijos al Señor

El ejemplo de José y María va más allá de la obediencia y la instrucción. También presentaron a Jesús al Señor en el templo, reconociendo que su hijo era un regalo de Dios.

El Salmo 127:3 nos recuerda: “Herencia del Señor son los hijos, recompensa de su parte son los descendientes”. Nuestros hijos no son verdaderamente “nuestros”; Dios nos los ha confiado. Tenemos el privilegio y la responsabilidad de criarlos, pero, en última instancia, le pertenecen a Él.

Esta perspectiva debería moldear nuestra forma de ser padres. ¿Estamos verdaderamente dispuestos a presentar a nuestros hijos al Señor? Muchos padres se alegran de que sus hijos asistan a la iglesia, pero se molestan si el compromiso de sus hijos con Dios interfiere con los planes familiares o las ambiciones paternales. Debemos estar preparados para apoyar el llamado de nuestros hijos, incluso si eso significa sacrificar nuestros propios deseos por sus vidas.

Reflexión y aplicación

Al considerar estos principios, hagámonos algunas preguntas desafiantes:

1. ¿Estoy dando un ejemplo piadoso a mis hijos a través de mi propia obediencia a Dios?
2. ¿He sido diligente en instruir a mis hijos en los caminos de Dios o he descuidado esta responsabilidad?
3. ¿Estoy dispuesto a dedicar verdaderamente a mis hijos a Dios, apoyando su crecimiento espiritual incluso cuando sea inconveniente?

Criar hijos que amen y sirvan a Dios requiere intencionalidad y sacrificio. Significa examinar nuestras propias vidas, enseñar y modelar constantemente un comportamiento piadoso y entregar a nuestros hijos a los planes de Dios. Si bien no podemos garantizar las decisiones de nuestros hijos, podemos crear un entorno que alimente la fe y abra la puerta para que Dios obre en sus vidas.

Comprometámonos a ser padres que no solo deseen el éxito terrenal de nuestros hijos, sino que prioricen el éxito de Dios en la vida de nuestros hijos. Ante todo, debemos cuidar de su bienestar espiritual. Tengamos el valor de predicar con el ejemplo, la sabiduría de instruir con amor y la fe de confiar a nuestros preciosos hijos al cuidado perfecto de Dios.

Al embarcarnos en este desafiante pero gratificante viaje de la crianza de los hijos, recordemos que no estamos solos. Dios, el Padre perfecto, está con nosotros en cada paso del camino, listo para guiarnos, fortalecernos y apoyarnos mientras criamos a la próxima generación de creyentes. Con Su ayuda, podemos criar hijos que no solo conozcan a Dios, sino que lo amen profundamente y estén ansiosos de servirlo con toda su vida.